Recorrido:
Se inicia la marcha en el Ibón de Baños de Panticosa (1637 m). El sendero toma inicialmente dirección NW por la ladera derecha - en el sentido de la marcha - del Barranco de Argualas para al llegar a la altura del pico de Mallata Alta das Argualas (2243 m) tomar dirección N rodeando este último y siguiendo a partir de aquí dirección NW hasta alcanzar el Collado de Argualas situado entre el Pico d’Algas y el Pico de Garmo Negro. En el Collado se gira en dirección NE, por la crestería que sube al Garmo Negro (3051 m) hasta alcanzar la cima de éste.
La vuelta siguiendo exactamente el recorrido inverso. Desnivel: 1414 m.
Tiempos:
Balneario – Mallata Alta: 1h 40m
Refrigerio: 15m
Mallata Alta – comienzo de la zona con nieve: 50m
Marcha sobre nieve (hasta inicio crestería): 1h 25m
Refrigerio sobre la nieve: 20m
Refrigerio inicio crestería: 15m
Subida a la cima: 20m
Comida: 1h 25m
Pico de Garmo Negro – Balneario: 3h 15m
Descanso: 20m
Total marchando: 7h 30m
Total descansos: 2h 35m
Total recorrido: 10h 05m
Comentarios:
Armando, Fermín, Guillermo y Floro. Fecha: 29-junio-2001. Iniciamos la marcha a las 9 horas desde el aparcamiento situado junto al Ibón de Baños. Cielo limpio, brillante. Día soleado, propicio al optimismo. Iniciamos la subida con la moral alta, provistos de dos piolets y tres juegos de crampones.
En la recepción del hotel nos habían advertido de que nos encontraríamos con nieve en abundancia de acuerdo con la información de un cliente que hizo el mismo recorrido el día anterior. Nos dijo la recepcionista que ese individuo se ha subido al Garmo ¡más de cien veces!.
Cuando llegó el momento de calzarnos los crampones “el Guille” se encontró con la desagradable sorpresa que las botas eran más grandes que los pinchos, por lo que junto con Fermín que carecía de ese fundamental adminículo tuvieron que subir a pelo. Los problemas con los pinchos no terminaron aquí, Armando fue peleando, con éxito dudoso, durante todo el recorrido con las cintas que sujetan el aparatejo en cuestión a las botas. ¡Qué vergüenza!, afortunadamente el fiasco no fue observado por ninguno de los montañeros con los que nos encontramos en el recorrido. Bajo amenaza de expulsión del “Turrón caducao” se comprometen a efectuar un cursillo acerca de: “El crampón, características, uso y diversas técnicas de montaje, según los distintos modelos”.
Las fotografías, a cargo de Armando, magníficas y algunas espectaculares. Los veinte minutos hasta la cima, por la crestería, una vez que desaparece la nieve, por un estrecho sendero con mucha piedra suelta y muy aéreo producen una cierta “ inquietud”. Alguna sensación de inseguridad. Esa sensación aumenta, como es normal, al bajar. Alguno, seguro, me consta, tenía ya en el collado, una vez “ya a salvo” terminada la crestería, un ligero temblor en las rodillas.
En la misma cima encontramos a dos muchachos de la región catalana de la Garrotxa y gracias a ellos tenemos dos fotografías en las que aparecemos los cuatro juntos. La bajada por aquella escalofriante pendiente nevada sin incidentes, si se exceptúa la pelea de Armando con las cintas que deberían sujetar los pinchos a las botas, pero que por alguna causa desconocida habían encogido y al quedar más cortas no había manera de hacer las ataduras correctamente.
Una vez ya desaparecida la nieve, “qué ganas tenía de pisar tierra firme, de caminar por fin con seguridad”, le oímos susurrar a Guillermo, que igual que Fermín había bajado sin crampones, mejor dicho con ellos en el macuto, dando un profundo suspiro. Sin duda por exceso de relajamiento, a los pocos minutos de ese comentario, ya caminando por tierra “firme”, se dio un par de talegazos seguidos, de concurso. Creo que los paletos de Gila no se rieron nunca con tantas ganas.
Breve descanso junto al Arroyo das Argualas para ir, ya sin parar, a la busca de unas jarras de cerveza de las que disfrutamos en una terraza magníficamente situada desde la que se podía contemplar, allá en la lejanía, el recorrido que acabábamos de efectuar.
Contentos y satisfechos del esfuerzo y del resultado. Y hay que decirlo, los más “tarras” también algo orgullosos de lo que sin duda había sido para ellos una pequeña hazaña, ¡un tres mil, nada menos!.”Veni, vidi, vici”.
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