Introducción

Una casualidad, afortunada sin duda, ha querido que un grupo de personas de diversa edad y condición, también de buen ánimo y talante, que coincidían por su afición a caminar por la montaña y a disfrutar de la naturaleza, se consolidara con el correr de los años hasta formar un club de raigambre y solera acreditada conocido en todos los ámbitos de la comunidad montañera internacional por la peculiaridad de su nombre.

EL TURRÓN CADUCAO”, que es como se denomina, toma su nombre de una curiosa tradición que se remonta a las primeras excursiones del grupo, cuando uno de sus miembros compartía desinteresadamente con el resto una deliciosa tableta de turrón cuya fecha de caducidad había sido sobrepasada con creces. 
Frente a la creencia popular de que dicha circunstancia podía suponer un riesgo para la salud, la experiencia ha venido a demostrar que no solo no ha existido tal riesgo sino que los miembros del grupo han adquirido - gracias al consumo moderado del susodicho producto -, una lucidez mental y una resistencia al esfuerzo inusitada. Y todo ello sin que se haya producido efecto secundario alguno y sin dar positivo en cuanto control antidoping han tenido que pasar. 

De ahí seguramente que los más veteranos del grupo, jubilados ya,  y liberados gracias al buen hacer de un Estado previsor de las obligaciones que impone la eterna lucha entre capital y trabajo, puedan mantener el tipo dedicando una parte de su escaso (¿) tiempo disponible a realizar excursiones extras a mitad de semana. Cuestión ésta por cierto que suscita no pocos debates con el resto que, para su desgracia, únicamente disponen de los días no laborables para hacerlo. Sana envidia le dicen.

Fruto de tanto caminar, de tanto ir y venir, fue descubrir y redescubrir sendas y rutas menos conocidas, de aquellas que no suelen aparecer con tanta frecuencia en los mapas y libros al uso, y que únicamente la curiosidad y el gusto por la aventura le lleva a uno a transitarlas - a “apatrullarlas”, en el argot del club. 

Todo lo cual, unido a la afición de alguno de ellos por ir anotando en una pequeña libreta los diversos avatares de cada ruta, lugares de paso, tiempos, toponímicos, más alguna que otra anécdota variopinta, hizo surgir la idea de plasmarlo todo en una guía, heterodoxa si se quiere, que a más de facilitar información útil y objetiva para el buen caminar de quien tuviera ocasión de leerla, recogiera la pequeña memoria de los buenos días pasados y el espíritu de concordia y armonía que se respira en este club. Cosa de agradecer en tiempos de tan escasa tolerancia como los que vivimos. 

Pues bien, fruto del esfuerzo compartido de unos y otros son los 26 recorridos que se plasman en la presente guía. Conviene aclarar no obstante, para que nadie se pueda llamar a engaño, que el hecho de seguirlos no implica necesariamente satisfacción y placer; como todos deberían saber, “a la montaña se viene a sufrir”, de ahí que la vida del montañero sea dura y sacrificada como pocas: las más de las veces se come poco y de cualquier manera, tirados en el suelo en mitad del monte, con frío unas veces y otras con calor cuando no con lluvia o con nieve, y, por si fuera poco, en demasiadas ocasiones hay que subir cuestas pronunciadas y saltar peñascos sin apenas tiempo para un descanso reparador. 

Pero que no se desanime quien quiera iniciarse en estos avatares, que los pesares son menores frente a la voluntad decidida por superarlos, que este quehacer tiene alicientes que lo hacen único  e insuperable. Más allá de las vistas y paisajes incomparables que uno pueda contemplar, de los pequeños desafíos por superar una cima o completar un recorrido, de la satisfacción por el esfuerzo y el ejercicio hecho, son la charla compartida, el sentido del humor, la tolerancia y la buena compañía, la siesta (siempre breve e insuficiente), el cafelito de la vuelta (o la Mirinda para según quien), por no hablar de los postres de Virginia y el turrón caducado (o en vigor, aunque no sea lo mismo), los que hacen de este menester un auténtico lujo.

Queda por último, desear a quienes lean la presente guía que disfruten de ella, y de sus recorridos, tanto como lo vienen haciendo sus protagonistas.

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